Humo
El sudor hace que se apegue la sabana a mi espalda. Una noche tórrida, sueños tórridos, conciencia tórrida. Lleno las palmas de agua y me tiro agua helada a la cara, los hombros, los brazos y el pecho. Sin esperar a secarme vuelvo al dormitorio y allí te veo.
Sentada con las piernas cruzadas sobre la cama. Totalmente desnuda sin más abrigo que tu cabellera roja y rizada cayendo sobre los hombros. Me miras divertida, mientras te comes un melocotón. Creía recordar que el fruto prohibido que condeno a Adán y a Eva fue una manzana, suerte que no había allí ningún melocotonero. Porque sino, si Eva hubiese comido un melocotón como lo haces tú ahora, seguramente Dios habría erradicado la humanidad de pura envidia hacia su hijo Adán.
En tus labios asoma una media sonrisa picarona y tus ojos cantarines me incitan a cometer pecado. Pero en mi fuero interior se que no eres real, que te has marchado para no volver y lo que veo no son más que alucinaciones creadas por la fatiga, la tristeza, la melancolía y los efluvios alcohólicos de la botella de güisqui vacía que hay sobre la mesa.
Me dejo caer sobre la pared blanca y mientras me fumó un cigarro decido disfrutar del espectáculo. El fruto nunca termina, siempre que le das un bocado, vuelve a regenerarse. Ojala mi alma asemejara ese mágico fruto, así se remendaría el sesgo que creo tu partida.
Ensimismado en tu el contorno de tu cuerpo no puedo dejar de observar lo que antaño bese, mordí y ame. Cuello marfileño rematado en el esternón con dos pequeñas protuberancias caprichosas de la naturaleza. Tu piel blanca casi traslucida hace intuir algunas venillas de sangre azul que se concentran cerca de los sonrosados pezones y como una sombra oscura se proyecta un camino hacia el ombligo. Perdiendo mi atención por aquellas estepas noto como el cigarro consumido me quema los dedos.
Con un aspaviento tiro la colilla al suelo y la piso con el pie desnudo. Pero, oh cruel Dios, cuando vuelvo a levantar la vista ya no te encuentro en mi habitación. Te has vuelto a marchar. Y yo me he vuelto a quedar, solo, tristemente solo, jodídamente solo.
Dejándome caer en la cama boca arriba intuyo algo de lo que no me había dado cuenta, huele como tú… huele a lilas y grosellas. Te marchaste pero me dejaste tu huella, ¿enserio esperas que la siga?
Sentada con las piernas cruzadas sobre la cama. Totalmente desnuda sin más abrigo que tu cabellera roja y rizada cayendo sobre los hombros. Me miras divertida, mientras te comes un melocotón. Creía recordar que el fruto prohibido que condeno a Adán y a Eva fue una manzana, suerte que no había allí ningún melocotonero. Porque sino, si Eva hubiese comido un melocotón como lo haces tú ahora, seguramente Dios habría erradicado la humanidad de pura envidia hacia su hijo Adán.
En tus labios asoma una media sonrisa picarona y tus ojos cantarines me incitan a cometer pecado. Pero en mi fuero interior se que no eres real, que te has marchado para no volver y lo que veo no son más que alucinaciones creadas por la fatiga, la tristeza, la melancolía y los efluvios alcohólicos de la botella de güisqui vacía que hay sobre la mesa.
Me dejo caer sobre la pared blanca y mientras me fumó un cigarro decido disfrutar del espectáculo. El fruto nunca termina, siempre que le das un bocado, vuelve a regenerarse. Ojala mi alma asemejara ese mágico fruto, así se remendaría el sesgo que creo tu partida.
Ensimismado en tu el contorno de tu cuerpo no puedo dejar de observar lo que antaño bese, mordí y ame. Cuello marfileño rematado en el esternón con dos pequeñas protuberancias caprichosas de la naturaleza. Tu piel blanca casi traslucida hace intuir algunas venillas de sangre azul que se concentran cerca de los sonrosados pezones y como una sombra oscura se proyecta un camino hacia el ombligo. Perdiendo mi atención por aquellas estepas noto como el cigarro consumido me quema los dedos.
Con un aspaviento tiro la colilla al suelo y la piso con el pie desnudo. Pero, oh cruel Dios, cuando vuelvo a levantar la vista ya no te encuentro en mi habitación. Te has vuelto a marchar. Y yo me he vuelto a quedar, solo, tristemente solo, jodídamente solo.
Dejándome caer en la cama boca arriba intuyo algo de lo que no me había dado cuenta, huele como tú… huele a lilas y grosellas. Te marchaste pero me dejaste tu huella, ¿enserio esperas que la siga?
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5 Comments:
Noche tórrida, sueños tórridos, conciencia tórrida... fumar... creo que lograría adivinar el autor de este relato aunque no estuviera firmado, jeje; bueno, de todas formas ya te dije que mola más así, dejando entrever tus verdaderos pensamientos lujuriosos que diciéndolos ahí... a lo bestia.
En fin, ha merecido la pena esperar a que llegara tu inspiración, no me ha decepcionado tu regreso como escritor, eso sí, espero que dicha inspiración sea Vodafone para q los sms te salgan más baratillos...
Besitossss
"María"
hola cielo!!! queria dejarte mi comentario... y decirte que conozco muchas cosas de ti pero no conocia esta faceta tuya.... me an gustado todos los que e leido... son geniales!!
besos!!! :)
*AnDrEa*
Señores, señoras: he aquí el ganador de "porras" profesional! Felicidades y... Amunt Valencia!!
Impresionante relato, me encantó llegar hasta aquí sin saber ni como
Un saludo
Me gusta tu relato y cómo la describes a ella a partir de pequeños detalles, pues son esos detalles y no otros, lo que nos hace diferentes y nos provoca el deseo de seguir soñando.
A partir de ahora te seguiré.
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